La temporada de langostino 2025 en aguas nacionales llegó oficialmente a su fin el pasado 9 de octubre, dejando tras de sí un panorama tan complejo como ilustrativo. Entre tensiones gremiales, abundancia biológica, cierres por merluza juvenil y un calendario comprimido, la zafra se despide con cerca de 82 mil toneladas desembarcadas, consolidando una de las campañas más atípicas de los últimos años.
Un comienzo demorado y un conflicto que condicionó todo
El inicio de la temporada estuvo lejos de ser el ideal. La flota congeladora tangonera permaneció amarrada durante semanas, en el marco de un extenso conflicto laboral que enfrentó a las cámaras empresarias con los gremios marítimos. Las prospecciones del INIDEP, demoradas por la falta de acuerdo, recién comenzaron el 18 de junio en distintas subáreas de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza (ZVPJM).
La apertura formal se concretó el 9 de julio, con la flota fresquera operando en soledad mientras los congeladores continuaban sin firmar acuerdos salariales. Los primeros lances, sin embargo, mostraron un panorama alentador: ejemplares de tallas comerciales L1 y L2, madurez biológica óptima y buena selectividad.
Del conflicto al acuerdo: el punto de inflexión
A fines de julio, las negociaciones tomaron un rumbo decisivo. En Mar del Plata se selló un acuerdo transitorio entre sindicatos y cámaras empresarias, que estableció un esquema salarial 70/30 —no remunerativo y remunerativo, respectivamente—, tras un extenso trabajo de mediación entre representantes de las flotas fresquera y congeladora.
Este entendimiento permitió la reactivación progresiva de la flota tangonera congeladora, que retomó operaciones el 24 de julio, con los buques San Juan B y Pedrito entre los primeros en zarpar tras casi un año de inactividad. A partir de ese momento, el mar ofreció su mejor escenario: abundancia de langostino comercial y capturas consistentes en varias subáreas.
Pocos días después, el Consejo Federal Pesquero autorizó nuevas aperturas sobre la base de los modelos biológicos del INIDEP, y el 4 de agosto se alcanzó un acuerdo definitivo entre gremios y cámaras del sector congelador, reanudándose plenamente la operatoria en aguas nacionales.
El auge de agosto y la señal de alerta en septiembre
Con los conflictos resueltos y el clima acompañando, agosto fue el mes más productivo de la temporada: 39.515 toneladas desembarcadas, con concentraciones notables en las Subáreas 8 y 14. El recurso se expandió hacia el noreste, conformando un corredor biológico excepcional.
Pero el equilibrio duró poco. A medida que avanzó septiembre, el INIDEP registró un aumento preocupante de la captura incidental de merluza juvenil. Los rendimientos del langostino comenzaron a caer y el CFP dispuso cierres preventivos en las Subáreas 12, 14 y 15. A finales de mes, la 7 también fue clausurada, y las prospecciones posteriores no lograron identificar nuevos núcleos de concentración comercial.
El cierre oficial y el balance final
El 2 de octubre se dispuso el cierre total de la ZVPJM, quedando clausuradas las Subáreas 4, 8 y 11. El último despacho a la pesca fue autorizado hasta el 4 de octubre, y el cierre general se oficializó el día 9, poniendo fin a una zafra tan intensa como fugaz.
El balance general confirma 82.000 toneladas desembarcadas, con picos productivos entre agosto y septiembre. Puerto Madryn fue nuevamente el epicentro de la operatoria, concentrando el mayor volumen de descargas de la flota tangonera: 17.634 toneladas en agosto y 19.157 en septiembre.
En tanto, los fresqueros mantuvieron la continuidad operativa durante todo el invierno, aportando más de 11.600 toneladas en agosto y 6.300 en septiembre. En Mar del Plata, la actividad se reactivó lentamente tras la resolución del conflicto, mientras Rawson sostuvo un nivel estable, con desembarques constantes durante agosto y septiembre.
Una zafra biológicamente positiva, pero institucionalmente frágil
La temporada 2025 quedará en la memoria por sus contrastes. Se inició tarde, careció de operaciones al norte de la ZVPJM, y se desarrolló bajo condiciones biológicas excepcionales, con ejemplares de talla grande y alta calidad comercial. Sin embargo, concluyó empujada por la incidencia de merluza juvenil y por una conflictividad gremial que redujo su duración efectiva.
La decisión de concentrar el esfuerzo pesquero en la zona central y sur permitió preservar la sustentabilidad del recurso, al tiempo que la flota de Rawson alcanzó un récord histórico con 106.526 toneladas desembarcadas en su propia temporada.
Lecciones y desafíos hacia 2026
El cierre de la temporada 2025 deja una enseñanza clara: la sostenibilidad del langostino argentino depende tanto de su fortaleza biológica como de la madurez institucional del sector. La gestión pesquera, la cooperación entre actores y el diálogo social resultan tan determinantes como los indicadores científicos o los precios internacionales.
El desafío para 2026 será garantizar previsibilidad, evitar nuevos paros prolongados y afianzar los mecanismos de control y trazabilidad, en un contexto global donde la demanda por productos sustentables crece sostenidamente.
La zafra que termina deja un recurso sano, un sector en busca de equilibrio y una certeza compartida: el langostino sigue siendo el emblema de la pesca argentina, pero su futuro dependerá de la capacidad de todos los actores para sostener el delicado equilibrio entre productividad, sustentabilidad y justicia laboral.